Los sotos de Alfaro, un paisaje dibujado por el Ebro

Los médicos japoneses recomiendan a sus pacientes pasear por el bosque para aliviar el estrés. Los sotos de Alfaro, en La Rioja Baja, no es un bosque al uso pero tiene el mismo efecto para la ansiedad. Esta zona, dibujada a golpe de inundación y estiaje por el Ebro, es un bosque de ribera engañosamente descuidado. Si, descuidado DSC_0823editedporque cuando el río se desborda arrastra hasta sus meandros todo lo que la fuerza del agua empuja: troncos, piedras, arena, grava… Material que sedimenta y da un aspecto desordenado pero que es el perfecto caldo de cultivo de miles de especies animales y vegetales.

Los colores de los sotos en primavera y otoño son difíciles de describir, y las diversas rutas que recorren el Ebro en Alfaro permiten al paseante encontrarse a simple vista con islas de grava llenas de aves zancudas e incluso elegantes milanos surcar el cielo en busca de alimento. Y cigüeñas, claro, porque Alfaro es conocida por estas viajeras aves blancas y negras.

Durante el paseo, si el Ebro baja con poco caudal, es posible recalar en las playas de piedra que se forman a ambas orillas de los sotos. Un espacio tranquilo que inspiró la novela ‘Río’, de Miguel Bermejo, que describe con gran acierto el paisaje de la Reserva Natural de los Sotos de Alfaro.DSC_0813edited

ELOGIO DE UNA TAPA

OLYMPUS DIGITAL CAMERA En la sencillez está el éxito. Cómo sino podríamos definir esta tapa. Una rebanada de pan de hogaza, aceite de oliva y jamón ibérico. La cuestión es cómo prepararlo. En la calles San Juan y Laurel de Logroño, el truco está en extender el jamón sobre la rebanada untada de aceite, pasar la parte de abajo del pan por la plancha -para que se funda la grasa del jamón- y después doblar la rebanada sobre sí misma a modo de bocadillo. Lo llaman ‘suela’ o ‘zapatilla’. Si maridamos esta tapa con, por ejemplo, un Montesa Crianza, con el sello de la bodega Palacios Remondo de Alfaro, la experiencia no dejará indiferente a nadie.

Ujúe, revuelto de historia con migas

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De Ujúe, un pequeño pueblo encaramado en una sierra de la Navarra oriental, muy cercano a Olite, no se puede desligar la gastronomía de la historia. Y es que, al igual que el acertijo de la gallina o el huevo, en esta localidad no se sabe qué fue antes, si las migas de pastor o la imponente iglesia-fortaleza que domina el paisaje. El caso es que, en una visita a esta preciosa villa, no pueden faltar ni lo uno ni lo otro.

IMG_20141213_191840editedLas migas de pastor que preparan en el Mesón Las Torres tienen el punto exacto en todo. Sueltas, sin demasiado aceite, con el punto perfecto de sal, y ajo y tocino en su justa medida; un primer plato contundente, y para compartir, servido en la misma sartén en la que se cocina. Un plato de sobra conocido en toda la zona, casi con denominación de origen.

Pero en Ujúe no sólo se va a degustar sus famosas migas de pastor. La localidad está coronada por la iglesia-fortaleza de Santa María, una rara mezcla de edificio defensivo y de oración que se construyó entre los siglos XII y XIV. Una joya que mezcla los estilos románico y gótico desde la cual se tiene una espléndida vista sobre la ribera del Ebro y los Pirineos.